En un contexto de cambios acelerados y mayor complejidad operativa, el rol de los mandos intermedios se vuelve decisivo para que las organizaciones logren convertir su estrategia en resultados concretos. Diversos estudios —incluido McKinsey— muestran que cuando estos mandos alcanzan un alto desempeño, mejora el trabajo en equipo, la eficiencia operativa y el retorno a los accionistas.

Sin embargo, la realidad muestra una fuerte contradicción: a pesar de su impacto, muchos mandos están sobrecargados de tareas administrativas, poco reconocidos y con escaso apoyo para desarrollar su talento y el de sus equipos. Esto los aleja de su rol más valioso: impulsar el crecimiento de las personas y construir relaciones saludables que potencien el desempeño organizacional.

Invertir en ellos no solo mejora los resultados económicos; también fortalece la competencia distintiva, eleva el compromiso y refuerza el Propósito organizacional. Cuando la alta dirección acompaña, ofrece claridad, formación y un entorno que facilite experiencias significativas, los mandos pueden liderar con impacto, desarrollar equipos y crear valor real en todos los niveles evidencia es contundente: apostar por los mandos intermedios vale la pena.

La pregunta es: ¿estamos dándoles el espacio, el desarrollo y el reconocimiento necesarios para que realmente puedan liderar?

Extractado del trabajo de Lucio Lescano Duncan (2025): "¿Porqué las organizaciones deben invertir en sus Mandos Intermedios?