La separación de operadores y directores: una mirada humanista al trabajo

La separación de operadores y directores: una mirada humanista al trabajo

Por: Pedro Univaso

Basado en el artículo homónimo de Carlos Llano Cifuentes


Una reflexión sobre el sentido del trabajo humano

El filósofo y empresario Carlos Llano Cifuentes propuso una distinción profunda entre dos tipos de trabajo que coexisten en las organizaciones: el directivo y el operativo. Mientras el trabajo operativo se caracteriza por seguir reglas fijas y resultados predecibles, el trabajo directivo implica decisión, juicio y riesgo, pues su resultado es incierto y no responde a fórmulas automáticas.

Esta diferencia no es meramente técnica: tiene implicaciones antropológicas y éticas. Llano advierte que cuando el trabajo humano se reduce a mera ejecución –a operar sin decidir–, se lo despoja de su dimensión racional y creativa, acercándolo al comportamiento animal. En cambio, cuando se dirige sin operar, el hombre se aleja de su condición humana para situarse en una falsa posición de dominio absoluto.


Dirección y operación: dos dimensiones de un mismo acto

Desde una perspectiva aristotélica, Llano ubica el trabajo directivo dentro de la praxis: una acción que repercute directamente en quien la realiza y afecta a otros sujetos, no a simples objetos. El trabajo operativo, en cambio, actúa sobre el objeto, transformándolo según leyes o procedimientos establecidos.

Por eso, el perfeccionamiento del trabajo directivo está vinculado al desarrollo de la persona, mientras que el mejoramiento del trabajo operativo se relaciona con el conocimiento técnico y la aplicación de reglas.

Sin embargo, al separar ambos tipos de trabajo entre distintas personas –unos que piensan y otros que ejecutan–, la organización moderna incurre en un riesgo profundo: animalizar a los operadores y divinizar a los directores.


El costo humano de dividir el trabajo

La división entre quienes planean y quienes ejecutan genera costos no solo éticos, sino también utilitarios:

  • Pérdida de confianza y sentido en el trabajo.

  • Menor comprensión y compromiso con los planes.

  • Desconfianza mutua entre directores y operadores.

  • Aparición de una nueva categoría: los controladores, cuya tarea no produce valor directo, pero se vuelve necesaria para vigilar el cumplimiento.

En lugar de fortalecer la organización, esta separación fragmenta la acción humana y empobrece la vida laboral.


Hacia una integración del trabajo humano

Frente a esta realidad, Llano propone reintroducir la directividad dentro de la operación, sin eliminar su distinción funcional.

Esto significa fomentar que cada persona:

  1. Fije sus propias reglas,

  2. Asuma las reglas como propias, o

  3. Las determine en colaboración con otros.

Este proceso, que el autor denomina “enriquecimiento del trabajo”, permite que cada tarea recupere su sentido humano.

El trabajador deja de ser un ejecutor pasivo para convertirse en un agente inteligente y responsable, capaz de decidir, crear y aprender dentro de su propio ámbito.


De estructura a organismo

Finalmente, Llano advierte que la empresa moderna ha cambiado radicalmente. Dejó de ser una estructura de capital y trabajo subordinado, para convertirse en un conjunto de trabajos directivos y operativos que se articulan gracias a los instrumentos que el capital provee.

En este nuevo paradigma, la organización ya no domina el trabajo: es fruto del trabajo humano.

Y solo cuando todos —directivos y operativos— pueden dirigir y operar a su nivel, la empresa se convierte verdaderamente en un organismo vivo, capaz de desarrollarse con sentido y justicia.


📍 Reflexión final

La frase de Llano, “La separación de operadores y directores pretende animalizar a los primeros a favor de los segundos”, no es una provocación teórica: es una advertencia ética. Nos recuerda que toda estructura de trabajo debe estar al servicio del desarrollo integral de la persona, no al revés.

En tiempos donde la tecnología y la especialización tienden a fragmentar la acción, recuperar esta "visión humanista del trabajo" se vuelve más urgente que nunca.