Por: Pedro Univaso

Presentación del libro de Javier González de Herrera  y Antonio Vázquez Vega [1]. Por: Pedro Univaso

El reto del mando intermedio pasa de ser «técnico» a ser «táctico»…

Cuando un profesional con sanas ambiciones de crecimiento y desarrollo recibe el encargo de ser responsable de equipo en sus innumerables términos (Jefe de Equipo, Jefe de Departamento, Encargado, Capataz, Mando Intermedio o Medio, Director de Proyectos, Gerente de Consultoría, …) tiene ante sí un nuevo reto, para el que seguramente nadie le ha preparado a nivel formativo: es responsable de personas. Y tiene que conseguir los objetivos que la empresa le plantea a través de estas personas. Le siguen valiendo sus conocimientos técnicos y su experiencia, qué duda cabe, pero de repente la razón del éxito o fracaso de su labor profesional va a estar en la capacidad que tenga para implicar, integrar y motivar a una serie de personas que disponen de un talento y una voluntad para querer o no dar lo mejor de sí mismos. El reto por tanto pasa de ser “técnico” a ser “táctico”.

Las empresas están en manos de sus mandos medios. Miguel Ángel Ariño, profesor del IESE, señala con buen criterio que “La dirección de una compañía fija cuáles son los objetivos a conseguir y el camino para conseguirlos, pero son los mandos intermedios los que se ocupan de la operativa diaria de la compañía y de que las cosas funcionen”.

Es así de simple. Y junto a esta aseveración, hay otra no menos cierta: y para que las cosas funcionen, los mandos intermedios deben saber dirigir personas, pero nunca o raras veces han recibido la formación necesaria para hacerlo.

Por eso las empresas y entidades invierten sus presupuestos en numerosos cursos de formación de Dirección de equipos y Habilidades. El objetivo esencial de este libro es convertirse en una fuente de conocimiento y una guía muy práctica para el desarrollo de la función “táctica” del mando intermedio. Con herramientas, métodos y experiencias que el lector puede poner en marcha en cualquier momento. Para que se convierta en un libro de consulta permanente. La ilusión del autor es que tras un año de uso, el libro esté ajado, subrayado, manoseado, desgastado y deteriorado por su uso continuo. Y que le sirva.

Para conseguir los objetivos que te han impuesto en la organización, y para dejar tu marca en las personas que has dirigido.